lunes, 6 de septiembre de 2010

Niña de porcelana


Recuerdo sus livianas miradas, y el sabor de sus porqués lanzados al aire, cual avioncitos de papel. Era solo una niña, de espíritu libre, hambrienta de respuestas, insaciable, curiosa. Recuerdo el sabor de sus besos, sus risas inocentes entre las sábanas. Era todo un juego, era solo un teatro de marionetas para ella. Y su piel de porcelana, de frágil porcelana, de tibia ingenuidad, surcada por los callos de mis manos, la aspereza de mi barba, los pliegues de mi cuerpo marchito que ella llenaba de vida.
Se sentaba en el columpio y me presumía sus saltos, se imaginaba salir volando, para perseguir libélulas entre las nubes. O haciéndose chiquita para meterse entre los rosales y montarse en las espinas jugando con las catarinas. Y yo extasiado la contemplaba, amando sus juegos, acariciando su pelo cuando se acurrucaba en mi regazo y me preguntaba sobre el azul del cielo, sobre el blanco de mis sienes, sobre aquel su primer día catamenial. Ella me amaba, o amaba el que tuviese respuestas para todas sus preguntas. Se que me quería, me llamaba a su cama en las noches, me suplicaba que jugara con ella entre las sábanas, ese juego que era su favorito.
Yo la recuerdo con cariño, como se recuerda a un primer amor, dulcísimo y doloroso cuando el final llega. Y llegó. Nada pude hacer para impedir que la alejaran de mí, que me despojaran de ese amor infantil. Fui un niño a su lado, y ella una amante maravillosa junto a mí. No era algo carnal, no era una perversión ni la suciedad que aquellos querían hacerlo parecer. La amaba de la manera más sublime y sacra que se pueda imaginar. Y ella a mí. Fui el calor para sus noches frías, el confidente para sus imaginativas ocurrencias, la mano con la que siempre pudo contar, la persona más importante.
Los años han pasado desde aquellos días en el columpio. Las arrugas se han apoderado de mi rostro, y la plata de mi cabellera. Recuerdo con nostalgia sus risas infantiles, sus abrazos cariñosos, los juegos que inventaba en el jardín, su piel, su frágil piel de porcelana, la suavidad de sus labios, las burbujas de jabón flotando en el comedor, ella parada de cabeza en el sofá, el chocolate en mi pantalón, la simpleza de su pensamiento combinada con la fascinante complejidad de su imaginación, y ese, su juego favorito.
Hoy vino a visitarme, hoy ya es mayor, dice estudiar la universidad y estar comprometida. La vi como una niña todavía con esa su eterna piel suave de porcelana. Su aroma no ha cambiado mucho, oculto entre el perfume de rosas que la sahúma. Es inteligente, siempre lo ha sido, una artista de las ocurrencias. Me sonríe con cariño (¿dónde está el apasionado amor que me tenía, es que solo cariño queda de ello?) me da sus buenos deseos y se despide. No escucha cuando le digo que la he extrañado, una solitaria lágrima recorre mi rostro.
Se que es feliz pero ya no es mía. Mi niña, lanzando sus dulces porqués como avioncitos de papel, es ya tan mayor como para buscar sus propias respuestas. La se perdida de mis manos, cuyos callos claman por la suavidad y el candor de su piel. Alguien más juega con ella entre las sábanas, su juego favorito. Ya soy un recuerdo solamente, una etapa superada. Una sombra en una celda, el mártir del amor prohibido.

4 comentarios:

Ada Medina. dijo...

LA POESIA QUE ME INVENTARE INTENTANDO IMAGINAR LA RAZON DE QUE ESA NIÑA SE HAYA ENCONTRADO EN PROTECCION DE AQUEL POETA,SERA LA CRITICA MAS ASERTADA QUE DARE A ESTE SUBLIME SUEÑO.

Yselan Lupo dijo...

quizas sea la ultima ilusion de un alma que jamas crecio en los ultimos momentos de su vida..

Rafael Aguirre dijo...

Me gusto este escrito,por cierto la foto de la chica con el cigarro ¿de donde la sacaste? me recordo algo,jaja pero no lo que te estas imaginando;gracias por la firma Miguelón.

Nívea dijo...

este texto es muy bonito me gusto mucho :)