lunes, 21 de abril de 2008

Recuerdos neurales


Mientras una célula en mi cerebro prueba un poco de excitación yo tan solo me complazco en un acto de masturbación. Ella me contempla desde el otro lado de la habitación, me sonríe dulcemente. Una camisa blanca cubre su cuerpo, corrijo, solo mi camisa blanca la cubre. Sus delicados pezones saltan a la vista bajo la evanescente tela. Viene hacia mí, sube a mi lado del colchón y saborea mis jugos genitales, dulce felación. El ritmo es hipnótico y constante.
Las neuronas trabajan con un desenvolvimiento casi cósmico cuando retiro botón por botón esa única prenda. Blanca como mielina, cae al suelo y quedan descubiertos sus casi puntiagudos pechos, de un tamaño moderado, nada despreciable, apetecible. El sabor de esa piel impregna mi paladar. Mis células con media carga genética parecen ser llamadas por un anhelante útero. Respondo al clamor y penetro en su cuerpo. Me recibe sonriente. Ojos cerrados, y labios entreabiertos. Su lengua jugueteando ocasionalmente entre mis dientes. La muerdo despacio, no quiero hacerla sangrar. Las bases neurofisiológicas del orgasmo parecen ser olvidadas cuando este se presenta tan impetuoso, tan intempestivo, tan deseado, codiciado, anhelado, saboreado, sufrido, dolido, cantado, amado, despertado, terminado y otros igualmente inútiles participios mal utilizados para describir ese inexplicable momento. Sigue sonriendo después. Y me mira y le creo, esos ojos de acerina, a veces gris, a veces negra, a veces nada. Caemos, nos recostamos, le creo, me miente, lo se, le creo, me besa, suspiro, actividad electro-química, sonrío, ella con migo, duermo, ella vigila mi sueño, me cree, yo ya no me creo.

1 comentario:

La musa enferma dijo...

bien ehhh me han gustado mucho :)